John G. Avildsen, forjador de mitos

La semana pasada fallecía John Guilbert Avildsen, a la edad de 81 años. Era un hombre semianónimo, pero que se ganó un lugar importante en la historia del cine, pues junto con Sylvester Stallone prácticamente creó un género, el del «underdog»: El tipo desesperado que debe superar enormes desafíos con todo en contra. Hasta 1976 Avildsen no había tenido una carrera muy destacada, pero era un director «con oficio», y quizá por eso se le ofreció aquel proyecto chiquitito, de apenas un millón de dólares, sobre un boxeador sin suerte. Resultó ser un encaje perfecto, convirtiéndose en una de las tres patas que sustentarían el mito «Rocky», además del mencionado Stallone y el compositor Bill Conti.

Recomiendo la sección de «trivia» de imdb sobre la película, porque es apasionante: ese «Gonna fly now» rodado sin permisos y sin equipo humano por el propio Avildsen desde una furgoneta; el frutero que no tiene ni idea de que están haciendo una película y le lanza una naranja a Stallone; Talia Shire, que venía de los dos «Padrinos» y aceptó estar en la peli por salir de la sombra de su hermano F.F. Coppola; Stallone vendiendo a su perro, recomprándolo y metiéndolo en la película; el excepcional Burguess Meredith acabando como Mickey porque otros actores se habían negado a leer el papel; Carl Weathers (Apollo) haciendo la audición con Stallone y pidiendo que le trajeran a un actor de verdad para ensayar; las dificultades para crear una coreografía realista y Avildsen sugiriendo a Stallone que guionizara la pelea golpe a golpe (escribió 35 páginas); los productores hipotecando sus casas para poner los 100.000 $ de sobrecoste. Pequeñas y grandes dificultades convertidas en ventajas a base de talento, cratividad y pasión. Stallone prescindió de Avildsen para todos los demás films excepto el quinto, pero «Rocky» siempre será también su película.

Tras ese increíble 1976 («Rocky» ganó los Oscars a la mejor película y al mejor director, e ingresó 225 veces su presupuesto), Avildsen siguió trabajando sin hacer demasiado ruido, hasta que en el 1983 le ofrecieron hacer «The Karate Kid». ¡Ah, los 80!, cuando una buena idea bien filmada con cuatro duros podía convertirse en un hit internacional. Hoy día, una peli así se consideraría «indy», seguramente ni le darían luz verde. «¿El crío del karate? ¿Estás de coña?» Pero con 8 millones de dólares y un habilísimo guión de Robert Kamen, Avildsen volvió a crear mitología cinematográfica: El señor Miyagi, «dar cera, pulir cera», los Cobra Kay, la técnica grulla («si bien hecha, no defensa»), la lucha contra el acoso («búling», que dicen los cretinos) echándole dos cojones. De nuevo con el apoyo de Conti, el único hombre que podría tutear a John Williams si en inglés existiera el tuteo. Sí, ya sé que todo esto es cultura pop, no es «importante», pero la gente sigue recordándo un cuarto de siglo después. Luego llegaron dos secuelas bastante flojitas (¡japoneses hablando en inglés entre ellos!), pero el buen trabajo ya estaba hecho.

Avildsen siguió filmando, y sería injusto decir que no tuvo oportunidades, pues hizo ocho películas más (seguramente las más destacables «Lean on me» y «La fuerza de uno»), pero siento que en general se le infravaloró. Cuando rodó su último film, «Inferno», con Van Damme, los productores cambiaron tanto su trabajo que solicitó firmarla con pseudónimo; eso es directamente una falta de respeto. Avildsen no era Spielberg ni Cameron, quizá tampoco Donner ni Zemeckis, pero igual que ellos contribuyó decisivamente a ese maravilloso cine de los 70 y 80. Rocky y Karate Kid, señores; películas que han inspirado a millones de personas (esto es literalmente así). Creo que me sentaría a verlas cualquier tarde antes que ninguna de Nolan.

Es claro que este hombre amaba profundamente el cine, y nos dejó un regalo muy especial: vídeos hechos con cámara doméstica de muchos de sus rodajes y ensayos, los cuales luego se molestó en subir a su canal de Youtube, dejándonos una perspectiva única de los mismos. Además, gracias a una campaña de Kickstarter (¿estaba infravalorado o no?) se produjo el documental «John G. Avildsen: King of the Underdogs», que afortunadamente se completó antes de su fallecimiento. Los aficionados siempre le agradeceremos ese cine apasionado, ingenuo e inventivo que agitó tantas fibras a lo largo del mundo.
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