Babylon: amar el cine no basta

Título original: Babylon – EEUU, 2022 – Dir: Damien Chazelle

Confieso que las películas sobre «lo mucho que nos gusta el cine» se me hacen un tanto empalagosas, y Babylon peca algo en este aspecto. Tras explicarnos lo mucho que le fascina el cine en «La la land», Chazelle insiste y le dedica una película entera a ello, pero con un concepto poco claro: sinceramente cuesta ver qué es tan interesante o crucial de los tres protagonistas que se nos presentan para dedicarle 180 y pico minutos de metraje.

Sí, vale, es una historia sobre la primera edad dorada del cine y la dificil transición del mudo al sonoro. Es como coger «Cantando bajo la lluvia», quitarle la música, las risas, y ponerle mucho exceso y perversión hollywoodienses; el propio Chazelle lo reconoce explícitamente con sus constantes referencias a esa obra maestra. El problema es que «Babylon» es bastante peor película usando el doble de metraje y dando demasiadas vueltas por el camino: Jack no es más interesante que Don, Nellie no es más intereante que Kathy/Lina, y Manny no es más interesante que Cosmo. Se meten más farlopa, eso sí.

Chazelle le da mucha importancia a mostrar el encanto de la era del cine mudo, mostrando un megaset de rodaje donde se fliman como diez películas a la vez y donde todo apesta a falso, empezando por la absurda cercanía física entre las producciones y terminando por la orquesta completa que ambienta las escenas épicas, un gasto ridículo e impensable en películas… que no tienen sonido. La secuencia que culmina con el beso de Brad Pitt y su parteneire al final de una gran batalla es especialmente manipuladora, faltando únicamente el director saliendo con un cartelito a decir «ahora te tienes que emocionar».

Al resto del film simplemente le falta fuerza. Aunque Manny es un personaje interesante y un buen hilo conductor, nada de lo que le pasa justifica construir una megaproducción a su alrededor; da la sensación de estar viendo una miniserie de TV sobre los inicios del cine, un formato que habría funcionado mejor que una sola peli de tres horas. En el pase al que acudí había sobre todo personas mayores, y una pareja se marchó. Realmente no se lo puedo reprochar: no es que la peli sea mala, pero puede alienar fácilmente a un público que no acabe de entender qué se le está contando y al que no le gusten ciertos excesos en pantalla.

Ejemplo claro de esta indefinición es la relación entre Manny y Nellie: cuando esta acude desesperada a él en busca de ayuda, Manny le reprocha que lo único que ha hecho siempre es destrozarle el corazón. Eso no es lo que hemos visto en pantalla: de hecho Nellie es amistosa y cercana con él cuando ya es superestrella y se podría haber permitido el lujo de ignorarlo. Desconcertante que si se quería crear una mayor tensión dramática entre ambos no se lograra durante la larguísima duración de la cinta. En cambio, se tiene tiempo para alargar subtramas secundarias, como la de la china lesbiana, el músico negro o para una larga secuencia con una piscina, el desierto y una serpiente cascabel que aporta muy poco globalmente.

Se está dudando de la capacidad de Margot Robbie de atraer al público, pero en este caso no es culpa suya: el guión simplemente hace aguas y ninguna actriz triple A lo habría hecho mejor que ella. Tampoco se le puede reprochar que confiara en Chazelle, responsable último de este mamotreto bien intencionado y de buena factura, pero mamotreto. Me gustó ver en el elenco al buenazo de Lukas Haas («Único testigo») y al no menos bueno Toby Maguire.

El collage final de films deja claro que Chazelle no se ha enterado de la película (je): no sólo mete más minutaje a una peli ya excesiva sino que lo hace sin originalidad (Cinema Paradiso ya logró el efecto que busca ese escena hace años) y metiendo películas contemporáneas (Kubrick e incluso Avatar) en medio de una secuencia que transcurre en los 50. Sí, Damien, nos damos cuenta de que te gusta el cine, a nosotros también, pero eso no pintaba nada allí.

Babylon no es una peli para recaudar sólo 15 millones, pero sí una apuesta bastante mal medida que no ha salido como se esperaba, a la que le sobra fácilmente una hora de metraje. A Chazelle le toca ir a la silla de pensar si no quiere ir por el camino de Denis Villeneuve.