…– Hace un frío del carajo.
…– ¡Yah!
…Fargo – Director: Joel Coen – EEUU, 1996
En esta película, los Coen recuperan el género de thriller, que trataron con buen resultado en su primer trabajo, Blood Simple. La recepción crítica que tuvo Fargo indica claramente que los hermanos ya se habían labrado una fama internacional a prueba de bombas, pues pese a ser un título ciertamente menor en su producción, fue uno de los más aclamados y premiados. La trama planteada es bien simple: Jerry Lundegaard, director de un concesionario de coches en Brainerd, un alejado pueblo de Dakota del Norte, desea hacerse con una elevada suma de dinero, presumiblemente para huir con él (aunque el motivo nunca se especifica). Su suegro es un hombre de negocios muy rico, así que traza el tremebundo plan de encargar el secuestro de su esposa y luego quedarse la mayoría del rescate. Un mecánico del concesionario le pone en contacto con dos matones que realizarán el trabajo, con los cuales se reúne en la localidad de Fargo (esto ocurre en la primera escena, y es la única vez que aparece este pueblo). Por desgracia para él, la pareja de criminales no destaca por su eficacia ni su escrupulosidad, y el asunto pronto tomará tintes muy siniestros y sangrientos.
La historia evoluciona poco más allá de esta premisa básica, exceptuando la investigación del caso realizada por Marge, una policía local de Brainerd. Este personaje es encarnado por Frances MacDormand, a quien su marido Joel Coen parece reservar papeles destacados cuando hace un thriller. Resulta curioso que, pese a encabezar el reparto, su personaje no aparezca hasta pasados 40 minutos, aunque luego resulta bastante interesante. En un pueblo obviamente tranquilo, donde es trabajo de policía es normalmente relajado, parece la única capaz de detectar e interpretar pistas en casos complejos, mostrando una capacidad propia de un agente de élite. La gracia del personaje está en su carácter totalmente tranquilo y bonachón, que sí concuerda con el del ambiente de la zona, y que contrasta con su astucia y perseverancia. Sin embargo, este perfil bien logrado no basta para elevar al film por encima de la rutina. Se abren vías argumentales que luego no tienen consecuencias, como los problemas escolares del hijo de Lundegaard, o la aparición de un ex-compañero de estudios de Marge con trastornos piscológicos. Simplemente parece que la inspiración no le llegó a los Coen, que añadieron un rótulo al principio del film indicando que se trataba de una historia real, para luego reconocer que no era así. Parece como si hubieran querido darle a la película una fuerza que no emanaba de su propia historia.
Esto no quiere decir que Fargo sea un film malo o aburrido: está muy bien rodado y la historia se desarrolla a buen ritmo. Huelga decir que las interpretaciones son de alto nivel, con actores de calidad como William H. Macy (Lindegaard), Steve Buscemi como delincuente chapucero y Harve Presnell como el suegro cabrón (algunos lo recordarán como el padre de Lois Lane en la serie Lois y Clark). Parece ser que Macy puso un especial empeño en obtener este papel, pero sinceramente no entiendo los motivos, a excepción de ser un personaje con mucho diálogo. Aparte de ser un tipo avaricioso y con pocos escrúpulos, no tiene excesivos matices. Destacar que, por lo visto, en esta parte de los EEUU hubo mucha inmigración escandinava, lo que hace que sus habitantes tengan un acento muy peculiar y sustituyan el «Yes» o el «Yeah» por un chocante «Yah». Aunque los actores cuidan este aspecto y lo convierten en un elemento distintivo del film, no se adivinan motivos para incluirlo, aparte de añadir cierta excentricidad. Decir que, debido a esto, tiene muy poco sentido ver la película doblada.
¿Cuál es, pues, el mensaje o el valor de Fargo? Resulta difícil decirlo. Pienso que se quiere mostrar el contraste entre personajes codiciosos o faltos de humanidad, que no dudan en delinquir o matar, y los que viven una vida sencilla, agradeciendo lo que tienen y siendo plenamente felices con ello, como la mayoría de habitantes de Brainerd. También se refleja que, una vez se inicia la senda del delito, aunque un golpe parezca sencillo, es fácil que las cosas salgan horriblemente mal (un tema frecuente en los films del género). En todo caso, la película no despega ni como thriller, ni como comedia negra, ni como estudio de caracteres, y seguramente el mayor poso que deje sea el del agradable personaje de McDormand. Correcta, premiada y olvidable.
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