Nuestro mundo ha llegado a un estado tan absurdo e infantilizado que se ha llenado de adultos comportándose como niños y creando opinión a nivel mundial. Algunos incluso dirigen países. Un ejemplo paradigmáticos de este fenómeno es el pensamiento ecológico memo y su campaña propagandística a nivel mundial, ilustrada ejemplarmente por esta portentosa portada de Vanity Fair:
Esta cosa fue excretada en Mayo del año 2006. Vanity Fair una revistilla vacua pero con ínfulas, cruce entre el Interviú, el Fotogramas y el Hola, cuya portada siempre está ocupada por el alguna celebrity, de ahí lo de la «hoguera de las vanidades». Su especialidad son las famosas preñadas que posan en pelotas con su bombo, haciendo así algo muy audaz y transgresor, pero sin que se les vea el potorro. No hace mucho sacó también en portada a Miley Cyrus (Hannah Montana) tapada sólo con una sabanita, montándose un escándalo absolutamente artificial y subnormaloide. Resumiendo, un magazine para gente que piensa que Sandra Bullock o Jennifer Aniston son gente interesantísima. En el año 2006, en un brainstorming editorial, alguien debió decir: «¿qué es lo más in del momento?» Y alguien respondió: «Estamos destruyendo el mundo». «¡Mola! ¿Qué tal si hacemos un Número Verde (TM) sacando en la portada a un montón de Gente Buena para contarle al pueblo americano cómo podemos salvar el planeta de esos cerdos republicanos?» «¡Jodidamente brillante!» Dicho y hecho. Poco después se ponían delante del objetivo la ultramoña Julia Roberts, que desempolvó el traje de Campanilla que usó en Hook -ese engendro-; el crápula Yors Cluni, que ha anunciado desde trajes de Emidio Tucci a Martini, pasando por cafeteras monodosis, y que pensó «¿por qué no hacer también un anuncio de Cambio Climático?»; el borderliner Al Gore, que después de ser pateado en las elecciones del 2000 decidió vengarse del mundo metiéndose a redentor de saldo con su ciencia de todo a 100; y Robert Kennedy, que nadie sabe quién es ni le importa un pimiento, pero es un Kennedy, y por lo tanto es guay y moderno.
Y ahí están los cuatro, Julia vestida de Campanilla y los otros de Coronel Tapioca, tan buenos ellos, tan concienciados… joder, me siento un puto contaminador, voy a ir al infierno por apoyar la energía nuclear (porque es mala, ¿no? ¡Lo dicen en Los Simpson!). Lo que más mola son los titulares: Esta gentuza llama nada menos que a UNA NUEVA REVOLUCIÓN AMERICANA. Ou Yeah. Frirous de Maíz! Claro, la maruja o el oficinista que leen el Vanity Fair en la pelu o en la pausa de la comida miran la revista y dicen «¡Coño! ¡Hay que hacer una revolución!» Seguro que al día siguiente venden su cochazo ultracontaminante, dejan de tirar mierda por la calle o desinstalan el aire acondicionado de su casa. Think Green! O quizá escriban a su diputado (en América se hacen esas cosas) y le pidan aprobar alguna ley que deje bien jodido al empresariado local limitándole las emisiones contaminantes. Sí, esto último es bastante más probable, que lo otro es mu sacrificao.
Pero el titular de la izquierda es el que tiene más miga: Una amenaza más grave que el terrorismo. ¿Qué partes de Nueva York, Washington y otras ciudades americanas quedarán bajo las aguas? Lástima que no fuera la redacción de Vanity Fair, joder. ¿Se puede hacer un titular más falaz, sensacionalista y cretinoide? Es posible, pero no sé cómo. Obviamente, la base científica para el articulito la proporcionó Al Gore, que casualemente estrenaba su libelo Una verdad gilipollesca ese mismo año. Ya saben, esa peli de miedo que nos advierte de la extinción de los osos polares (población actualmente en máximos históricos) y de los miles y miles de refugiados que provocaría la subida del nivel del mar (aún estamos esperando), peli que gracias a los sociatas va a ponerse en los colegios para que los niños sean perfectos cretinos ecoagilipollados antes de cumplir los 12 años. Ni al Huxley se le ocurrió algo así, oye. A mí, que no soy yanki, me parece tremendamente sangrante que una revistucha cateta se permita despreciar a los muertos del terrorismo diciendo que la subnormalidad del calentamiento es más peligrosa; así que no consigo imaginar cómo se pudieron sentir al verla las víctimas o los familiares de cualquier fallecido en el 11-S, Irak, Afganistán…
Pero seguramente lo más maravilloso del «Green Issue» es que algún asesor de ZP vio la portada en cuestión, se la sopló al gran líder, ¡¡y el tío repitió el titular estrella como si fuera de su cosecha!! Sí, hombre, ¿no se acuerdan? Cumbre iberoamericana de Noviembre de ese mismo año. Habla Mr. Bean: «El cambio climático ha provocado ya más muertos que el terrorismo internacional». Luego se extiende: «La desertificación ha forzado ya el desplazamiento de 25 millones de personas y, en 2100, un tercio del planeta podría no ser cultivable. Siendo indiscutiblemente un enemigo terrible, el terrorismo internacional no es la única gran amenaza, ni tal vez la más grave». ¿Cuál es su fuente? ¿Y desde cuándo es necesario el «cambio climático» para que haya desertificación? ¿Este tío sabe lo que es la agricultura agresiva o la deforestación? ¿Sacó quizá los datos del articulito de la VF? ¡Oh, cuánto me gustaría tenerla! (y después de leerla limpiarme el culo con ella, ¡muy ecológico!)
El temita estaba causando sensación en aquella época, porque sólo un mes ante, Time Magazine había sacado su propio número ecoalarmista, al estilo portada negra del Sport, con una imagen clásica del género: el oso polar que se queda sin hielo para caminar y que se va a morir. Los titulares daban tanto miedo como los de Vanity Fair: Preocúpese. Preocúpese mucho. El calentamiento global no es un vago problema del futuro: ya está dañando el planeta a un ritmo alarmante. Vea cómo le afecta a usted, a sus hijos y a los hijos de sus hijos. También: Cómo India y China pueden ayudar a salvar el mundo… o a destruirlo. ¡¡Joder, si parece un puto magazine pulp!! Y casi un lustro después, estamos esperando a los efectos catastróficos. ¿Dónde está Lorenzo Milá cuando se le necesita? ¡Seguro que él ya los ha visto!
Pese a lo candente del tema, parece ser que con la catetada del Green Issue bajó la circulación de la Vanity Fair en unos 20.000 ejemplares: al oficinista y a la maru le importaban una mierda las pajas mentales de Gore, lo que querían saber era en qué posturas se lo montaban el Pitt y la Jolie (probablemente un tema más interesante). Sin embargo, VF, comprometida como es, decidió repetir la experiencia al año siguiente, con el «Green Issue 2007». Esta vez el prota era Leo diCaprio, que había ido a salvar el Polo… ¡¡en persona!! No eran tan «Madre Tierra» como el año anterior pero más o menos daba el pego. Quizá por copiar al Time, acompañaba al actor un osito polar que lo miraba embelesado desde el suelo y parecía decir: «¡gracias por salvarme!» Joder, en serio, ¿quién diseñó esto? ¿El guionista de los Teletubbies? Y el puto Di Caprio, ¿no tiene pudor? Prefiero ser considerado un violador de monjas que un eco-redentor apollardado. Los titulares, eso sí, eran algo decepcionantes: esta vez sólo estaba escaseando el agua potable, y se estaban empezando a fabricar los primeros deportivos eléctricos. Qué poco apocalíptico comparado con el hundimiento de Nueva York. Time también repetía en 2007, esta vez con… «¡la guía para sobrevivir al calentamiento global (TM)! 51 cosas que usted puede hacer.» En vez de oso tenían un pingüino, que también transmite la idea. Sin embargo el interés debía estar decayendo poco a poco, porque la portada de Vanity Fair del año siguiente fue aún más prosaica: Madonna sosteniendo el mundo en una variante de la pose de Atlas, con los titulares mucho más chiquititos que en años anteriores y muy poco sensacionalistas. Como si no fuera ya bastante soso poner a esta aburridísima mujer con ocho gigabytes de Photoshop encima para ocultar el hecho de que parece un jodido travelo con unos brazos repugnantes. Madonnita, menos lecciones, que eres puro artificio ramplón desde hace 30 años; vete a comprarte otro crío a África para entretenerte y deja de dar el coñazo, anda.
En fin, tras comprobar que el temita ya cansaba y que la gente tenía encima un problema auténtico como la crisis económica, Vanity Fair decidió que no habría un cuarto «número verde», alegando que la temática ya estaba presente en casi todos sus números. Claro que sí, hombre. Lo más gracioso es que al parecer esta revista se edita sin cumplir unos mínimos criterios ecológicos, y gasta una cantidad de papel y tinta brutal, muy superior al de otras cabeceras similares. Pero ahí los tíos pontificando, con dos cojones. Un portavoz de WWF (ecologistas capullos) lamentó la no continuidad de estos números, diciendo que la gente podría percibir lo verde como una moda pasajera. ¡Pero si es precisamente eso, melón!
Aunque son todos una panda de gilipollas, la verdad es que me preocupa que gente como Yors Cluni se apunte a patochadas de estas. La gente le ve ahí, tan guay, con tanta clase, dando tan bien en pantalla, y automáticamente piensa que cuando habla de algo sabe lo que dice. Sin embargo, no es más que un actor que no tiene por qué tener más cultura que la media, y de hecho todo indica que su visión del mundo está construida con el delgado armazón de tópicos progres que permite a tantos dormir con la conciencia tranquila pero sin la carga de tener que construir una verdadera mentalidad crítica, o quitarle tiempo a las fiestecitas para adquirir una cultura sólida. ¡¡Vete a cagar, Yors!! ¡¡Buenas noches y buena mierda!!
En fin, ya me estoy cansando de hablar de estos pazguatos, así que sólo os pido que os pareís un momento a reflexionar: ¿No os dais cuenta de cómo esas cosas que parecían tan gravísimas hace cuatro años, ahora parecen más bien risibles? ¿No resulta curiosísimo que hayamos pasado del «Calentamiento Global» al «Cambio Climático», y de ahí vayamos a pasar a los «Ciclos Solares» o lo que se les ocurra, ahora que ya han pasado el cazo? Tras la explosión de mierda del Climategate la cosa es cada vez más grotesca, por mucho que quieran persisitir en la estafa y el ridículo. E igual que ésta hay muchas falacias, amigos, en muchísimos ámbitos de la vida. Pensad, pensad por vosotros mismos, leed y sed perspicaces. Que no os engañen los brujos de la tribu.
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Brillante te ha quedado el artículo, oyes.