Una nueva oportunidad

Cada vez sigo más el consejo de aquel célebre personaje (“Haga como yo, no se meta en política”), pero no puede negarse que éste es un día particular. España ha amanecido teñida de azul pepero, un color que ya impregnaba el mapa del poder autonómico y local, con lo que los chicos de Mariano cortan el bacalao en las tres administraciones, tras muchos años de relativos sinsabores (relativos porque la casta política nunca sabe lo que es vivir mal). Hay a quien le parece fatal que un solo partido tenfa una horquilla parlamentaria tan amplia, pero este aparente dominio absoluto no es tal: aún sigue habiendo 7 millones de desorientados que votan a la PSOE, y un millón y pico aún más desorientados que, en el año 2011, votan comunismo, algo tan anacrónico como meterse en la la M-30 con un coche de caballos. Esas son, para mí, la verdaderas anormalidades, no el hecho de que un partido de centro-derecha, que lleva 20 años obsesionado con alejarse de cualquier cosa percibida como extrema, sea una opción mayoritaria.

Hago un inciso para decir que uno de los grandes retos del mundo en el siglo XXI es lograr el definitivo desprestigio y marginalización de la ideología comunista. Durante el siglo pasado, siempre que esta tendencia llegó al poder, instauró dictaduras con un nivel de control del individuo, la economía y todos los aspectos de la vida completamente inconcebibles en el estado occidental moderno. El hecho de que buena parte de los burgueses europeos ignoren esto -o quieran ignorarlo-, identificando al marxismo con un vago ideario de “igualdad” y “derechos sociales” se debe no sólo a una atroz incultura política, sino a la incapacidad de otras tendencias de explicar y promocionar sus principios. Es desolador ver a miles de chavales con camisetas de Ernesto Guevara -un demente que quería hacer la guerra atómica a EEUU y sembrar Sudamérica y África de dictaduras como la que ayudó a instaurar en Cuba-, sin que nadie les explique el ridículo que están haciendo.

Volviendo a España, el predominio pepero, como comentaba antes, no es tan extraño, e incluso podría acrecentarse. No en vano, el PSOE aún tiene con España la deuda de una refundación. Mientras Fraga vio claro hace décadas que era necesario romper los vínculos -siquiera percibidos- de Alianza Popular con la etapa anterior, los socialistas jamás hicieron el menor reproche a sus mayores, ni se dieron cuenta de que unas siglas que habían tenido como líderes destacados a antidemócratas feroces como Largo Caballero o Prieto estaban heridas de muerte. Mientras no realicen este acto de contricción, jamás serán un partido sano, y su principal motor será la búsqueda del poder. En cualquier caso, creo que la tendencia natural de este siglo -lenta pero segura- será un auge de las tendencias liberales y un retroceso de todo lo relacionado con el colectivismo, si bien siempre habrá un fuerte apoyo a las tendencias socialdemócratas. Sin embargo, todos los socialismos a pelo, marxismos y demás, deberían estar dentro de unas décadas en el cajón de las ideologías fracasadas y cuasicriminales.

¿Y qué le queda ahora al gobierno de Rajoy? Una legislatura durísima pero también, por qué no decirlo, fascinante, como cuando uno compra un piso en ruina total y tiene que reformarlo y convertirlo en una casa habitable y bonita. Actualmente cada español debe 50.000 euros al exterior, y ésa es quizá la mayor dificultad que afrontamos. Obviamente, en cuatro años no vamos a enjugar esa deuda, pero hay que lograr que España tenga el suficiente potencial para que nuestros acreedores sepan que tarde o temprano cobrarán. Los recortes han de ser drásticos, pero al mismo tiempo inteligentes, porque ésta va a ser la legislatura de la agitación social, promovida soterradamente desde la oposición (y el que no vea esto, ignora por completo las dinámicas de la España actual). Por ejemplo, no hay que cerrar el Ministerio de Cultura, sino integrarlo con el de Educación. Y no hay que eliminar las ayudas al cine, sino reformarlas por completo, por ejemplo alquilando a coste cero equipos a jóvenes realizadores, pero no dando ni un euro para el gran cine comercial (¡si es comercial, que hagan películas que vea la gente!). Y así todo, calibrando en cada decisión las reacciones de una población fácilmente manipulable.

En cualquier caso, es necesario un verdadero festival de recortes. En mi loca imaginación, algunas medidas serían: Reducir el presupuesto de TVE y las autonómicas en un 85% (o cerrarlas); fusionar todos los ayuntamientos, provincias y administraciones redundantes posibles; reducir al mínimo cualquier subsidio que no estimule el tejido productivo; eliminación de las becas a todas las titulaciones improductivas (si alguien quiere un inútil título de periodismo, que se lo pague); eliminar todos los coches oficiales excepto para presidentes, vicepresidentes y ministros; introducir el copago sanitario y graduar la gratuidad de los medicamentos según la renta; cambio en los criterios de concesión de operaciones gratuitas; prohibir la multiplicidad de sueldos de los políticos; clausurar el Senado; y devolver al estado todas las competencias que se gestionen de forma más eficiente y barata de forma centralizada.

En cuanto a medidas más políticas, reformar y agilizar la justicia: no más jueces designados por políticos, y todos los funcionarios que sobran en las autonomías destinados a justicia (ningún juicio podría resolverse en más de 12 meses, y sólo habría derecho a una apelación); castigo severo de la delincuencia reincidente; devolver la competencia de Educación al estado, con un currículo nacional homologado, y posibilidad real de elección de lengua; introducción del cheque escolar; reforma de la universidad, eliminando los nombramientos de profesores a dedo; reforma de la ley electoral; reducción notable de los gastos de empleo y despido, así como del IRPF, aumentando los impuestos indirectos (IVA), de modo que no se grave la renta sino el consumo. En cuanto a los bancos y “los mercados” -ese Satán de la izquierda-, sólo hay que impedirles que destrocen la economía (por ejemplo, dando hipotecas de dudoso cobro o prestando lo que no tienen). Y bueno, con esto creo que habría suficiente para una legislatura, aunque no creo que se llegue a hacer ni el 25%. Con todo, creo que iremos a mejor (quiero creerlo), y que España aprovechará esta oportunidad. UPyD, el partido que más decididamente ha apostado por los grandes cambios, ha logrado finalmente cinco escaños. Espero que los utilice para dar voz a todos los que pensamos que las viejas recetas ya no sirven.
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