El Nosferatu de Herzog: Superando el modelo


Nosferatu, Phantom der Nacht – Werner Herzog – Alemania, 1979

Esta película de 1979 fue un proyecto verdaderamente audaz: El director Werner Herzog tomó uno de los clásicos más venerados del cine alemán para aprovechar los avances técnicos del momento y explorar las posibilidades del concepto creado por Murnau. La obra esta vez no se presentó como Una sinfonía de terror, sino como la historia de un Fantasma de la Noche. Herzog escogería como protagonistas a Klaus Kinsky, su actor fetiche, y a una Isabelle Adjani bellísima con tan sólo 24 años. La nueva película es muy respetuosa con el original y mantiene gran parte de su argumento y estética, empezando por la caracterización del protagonista, muy parecida a la de Max Schreck. Sin embargo, opino que la elección del actor principal no fue acertada, pues los rasgos de Kinski son demasiado amables, y el maquillaje no logra endurecerle la expresión ni darle un aspecto amenazador. La acción se mantiene en Alemania, donde la situó Murnau, pero se restituyen los nombres concebidos por Bram Stoker: el conde Orlok vuelve a ser Drácula y Hutter será Jonathan Harker, si bien su esposa no se llama Mina sino Lucy, por motivos que sólo Herzog debe saber. El nombre de Mina pasa a una amiga de la familia.

La película se abre con una secuencia realmente impactante, cuyo contenido no revelaré, ambientada con una música muy ominosa. Sin duda el mayor logro del film es la atmósfera creada, basculando entre momentos de gran quietud y lirismo y otros lúgrubres y desasosegadores. El estilo es sobrio y realista, con una paleta algo apagada, y la música se usa sólo en contados momentos, todo lo cual confiera al conjunto gran verosimilitud. Sin embargo, esto no quiere decir que el film sea visualmente vulgar: el hábil uso de la composición y la luz logra un buen número de planos atractivos e impactantes.

El trabajo de los actores resulta muy adecuado, destacando especialmente Isabelle Adjani, que gracias a su belleza y a la importancia de su papel resulta de lo más memorable de película.  Su personaje será el gran protagonista de la segunda parte de la historia. Van Helsing aparece mucho más tiempo en pantalla que en la versión de Murnau, pero está absolutamente alejado del personaje de Stoker y se muestra como un hombre conservador y débil, que no cree en la amenaza vampírica. Por ello es incapaz de combatirla de forma eficaz, y ha de observar impotente cómo las víctimas mortales aumentan a su alrededor. El personaje de Renfield también está presente, de nuevo como jefe de Harker, pero afortunadamente su papel es reducido.

Los paralelismos entre ambos Nosferatus no se limitan a la historia y la estética, y algunos planos de la versión moderna están directamente inspirados en otros de la muda, como la célebre imagen del vampiro espiando a la mujer de Harker desde la ventana. Esta escena, por cierto, está rodada en el mismo edificio de la primera versión, si no estoy equivocado. Al parecer, Herzog filmó la película tanto en alemán como en inglés, pero sólo he podido ver la primera versión; trataré de darle un vistazo a la inglesa, a ver cómo se desenvuelven los actores. Desde luego, la francesa Adjani hace un buen trabajo interpretando en alemán.

Aunque el film de Murnau sigue teniendo hoy día un gran reconocimiento y celebridad, pienso sinceramente que la nueva versión es superior. La narración es mucho más fluida gracias a las posibilidades técnicas de la época, las cuales enriquecen también otros aspectos de la obra: los diálogos, los efectos especiales, la música y la fotografía contribuyen a hacer una película más interesante y redonda. El único punto débil evidente es, como he mencionado, la caracterización de Kinski, que nunca llega a ser convincente. Decir que la resolución de la historia que se desvía de la concebida por Murnau, y resulta mucho más sorprendente e inquietante.

Aunque el estilo de Werner Herzog seguramente no da tan buenos resultados en otro tipo de películas, en el caso de su Nosferatu logra realzar y enriquecer la premisa original. Por ello, la recomiendo con viveza a los amantes del buen cine de terror y suspense, sobre todo si les interesa la leyenda de Drácula, y más aún si son fans de la versión muda.

Los hijos de Drácula

Dracula’s Daughter – Lambert Hillyer – EEUU, 1936

El Drácula de Bela Lugosi fue un gran éxito comercial, pero si se pretendían hacer secuelas tenía el problema de que su protagonista moría al final. Además, Bram Stoker no había escrito nada más sobre el personaje, así que a los productores no les quedaba más salida que inventar material nuevo. No obstante, la segunda película acabó llegando cinco años después, en 1936, con el título La hija de Drácula. Es llamativo el hecho de que, pese al lustro transcurrido, se trata de una secuela directísima: la historia arranca en el mismo momento en que terminaba el primer film, con Van Helsing clavándole el mondadientes a Drácula en el corazón. Resulta una agradable sorpresa comprobar que el profesor está nuevamente encarnado por Edward Van Sloan, que vuelve a realizar un muy buen trabajo. Por desgracia para el erudito, nada más consumar el vampiricidio aparece la policía, que interpreta la cosa como un asesinato y se lo lleva detenido.

Lo cierto es que ahí acaba cualquier continuidad con la primera película, porque Van Helsing llama a un psiquiatra amigo suyo para que salga en su defensa, ¡en vez de llamar a Harker, Mina o el doctor Seward, que han sido testigos directos de todo lo acontecido con Drácula! Tras este salto en la lógica, comienza el meollo de la historia: el ataúd del vampiro, guardado en la comisaría, desaparece misteriosamente, y poco después vemos que una señora de aspecto misterioso lo ha transportado al campo y está procediendo a quemarlo y despedirse del finado conde. Más tarde vemos al psiquiatra amigo de Van Helsing, el dr. Jeffrey Garth, en una fiesta de sociedad en Londres, donde le presentan a una dama que es la misma que quemó al ataúd: es una noble húngara que acaba de establecerse en la ciudad, la condesa Zaleska, que invita al dr. a visitarla en su residencia, pues piensa que sus conocimientos de psiquiatría pueden serle de mucha ayuda.

La aparición de un hombre muerto con gran pérdida de sangre y tan sólo dos pequeñas heridas en el cuello, unida al robo del cuerpo de Drácula, despiertan las sospechas de Van Helsing: ¡Un vampiro anda suelto en Londres! Como el profesor aún está bajo custodia, la labor de encontrar a la criatura recaerá en el dr. Garth, pese a su escepticismo que le despierta la historia del profesor. Sin embargo, cuando aparece una nueva vícima , y tras conocer mejor a la enigmática aristócrata, va comprendiendo lo real de la amenaza.

Argumentalmente, la mayor originalidad es que la vampiresa (la condesa Zaleska, por si no lo habíais deducido) se siente infeliz con su condición de no-muerta, y por ello busca la ayuda del Dr. Garth. Gloria Holden es una actriz interesante, no de una belleza canónica pero sí con bastante clase, un poco al estilo de Greta Garbo. Su relación filial con Drácula se toca muy de pasada, y realmente no queda claro si es una hija-hija (que en cualquier caso debió nacer cuando el conde aún no era un vampiro) o si es sólo una mujer vampirizada por él. La acompaña a todas partes un criado brutote estereotípico, que está loquito porque su ama le dé un mordisco para acompañarla en la vida eterna.

Una cosa curiosa es que el argumento hace el viaje opuesto a la novela: empieza en Londres y acaba en Transilvania, usando decorados de la primera película (o unos casi idénticos). La resolución es bastante más movidita que la del film de Lugosi y Browning, lo cual es de agradecer. En esta película el cine sonoro estaba mucho más asentado que en la primera, y vemos unas interpretaciones mucho más profesionales. Todo el elenco realiza un excelente trabajo, siendo ésta probablemente la mayor fortaleza del film. En este aspecto destaca la relación entre el dr. Garth y su ayudante, Janet, interpretada por la bellísima Marguerite Churchill, un típico romance entre jefe y subordinada en el que ella está coladita por sus huesos y él ni se entera. Ambos actores tienen una química excelente, y Churchill es toda una delicia de ver. Su físico recuerda bastante al de la actriz de nuestros días Katherine Heigl. Otto Kruger, como el Dr., transmite gran serenidad y autoridad, y lleva el peso de la película sin ningún problema. Dos curiosidades sobre este actor: era sobrino nieto del presidente sudafricano Paul Kruger, y falleció justo el día de su 89 cumpleaños, en 1974.

Aunque no puede obviarse su condición de film menor, La hija de Drácula es una agradable sorpresa, con un argumento razonablemente interesante y un magnífico elenco de actores clásicos que nos ofrecen una placentera experiencia cinematográfica. Eso sí, apenas nos ofrece nada en cuanto a reinterpretación y enriquecimiento de la novela original, y el guión se conforma con ser una distraída variante sobre el tema.

Son of Dracula – Robert Siodmark – EEUU, 1943

La siguiente secuela se retrasaría aún más, nada menos que siete años. La acción se traslada al sur de EEUU en los años 30, con sus grandes haciendas y sus criados negros, como Dios manda. La heredera de una de estas haciendas, Katherine Caldwell, ha trabado contacto epistolar en los últimos tiempos con el exótico conde Alucard, de Rumanía, y le ha invitado a América para conocerle en persona. Esto tiene un tanto desconcertada a su familia, toda vez que la moza, está comprometida con su novio de toda la vida, Frank Stanley. Sin embargo, ella le tranquiliza asegurándole que «le querrá eternamente».

El jefe de policia local, que acude a la estación a recibir al conde, se encuentra con la sorpresa de que este no hace acto de presencia, y sólo su equipaje viene en el tren. Esa misma noche se celebra una fiesta celebrada en la mansión de Katherine. Su anciano padre, tras retirarse al dormitorio, recibe la visita del mismísimo Alucard, que entra por la ventana convertido en «murciégalo» y lo mata literalmente de un susto al tomar forma humana. A las pocas horas Alucard se presenta en la puerta de la casa, y sin respetar el luto exigie ver a Katherine, ahora dueña de la hacienda, quien lo recibe con agrado. Desde ese momento los dos empezarán una sospechosa relación.

Poco después el jefe de policía empieza sus pesquisas, alarmado al darse cuenta de que Alucard, escrito al revés, se lee… «¡¡Drácula!!» (¡Tacháaaan!). Así, decide contactar con un erudito rumano experto en temas de ocultismo, quien al escuchar el nombre decide viajar a EEUU para echar una mano, advirtiendo al comisario quetodo el que se relacione con el conde se encuentra en grave riesgo. Este experto es el profesor Laszlo, quien será a todos los efectos el «Van Helsing» de la peli. Entretanto, Frank decide espiar a Katherine y al conde, y acaba descubriendo, desolado, que ambos se han casado y que su ex-prometida no quiere verlo más. De hecho, la pareja anuncia su deseo de que nadie se acerque al domicilio conyugal, especialmente durante las horas del día, pues desean llevar una vida retirada. Poco después empezarán incidentes que inquietarán aún más a la comunidad.

Y esta es la premisa de El hijo de Drácula, cuyo personaje titular está interpretado por Lon Chaney Jr. Resulta muy curioso que el papel que interpretó Bela Lugosi en la primera película estuviera destinado inicialmente a Lon Chaney padre, quien falleció antes de poder interpretarlo. El trabajo de su vástago en esta película es adecuado y se ajusta físicamente al papel, quien luce bigote como el Drácula de la novela. La trama, inscrita en el género de la intriga, es sencilla pero mantiene un razonable interés. El personaje que más simpatías me despierta es el novio, Frank, que aguanta carros y carretas por su chica, la cual por cierto está bastante loca. Los personajes del comisario y el profesor son también agradables de ver. Destacan los efectos especiales, bastante más logrados que en las pelícuals vampíricas anteriores, usando animaciones sencillas pero efectivas, un murciélago más convincente y otros efectos físicos.

Nuevamente no queda clara la relación paterno-filial entre Drácula y este supuesto hijo, peroesto  no tiene mayor importancia. Cualquier vinculación argumenta con la novela de Stoker queda eliminada, excepto una referencia a que el conde original fue eliminado en el siglo XIX. Las características vampíricas del libro sí que se conservan –vulnerabilidad a los crucifijos, etc-, con la excepción de que la luz del sol es capaz de matar a los vampiros, en lugar de simplemente debilitarlos. El director, Robert Siodmark, que disfrutaría de una extensa carrera en Hollywood, firma una historia entretenida aunque menos memorable que la protagonizada por la hija del conde. Pese a esta falta de ambiciones,  la película es una  contribución a la leyenda de Drácula y de los títulos de terror de la Universal.