Happy together: Nihilistas gays

happy 1

Chun gwong cha sit – Hong Kong, 1997 – Dir: Wong Kar Wai
Título internacional: Happy together

A lo tonto, ya casi me he tragado casi toda la filmografía del muy ilustre cineasta hongkonés Wong Kar Wai. La siguiente película que me tocaba ver era su celebrado drama Happy Together, que le valió el premio al mejor director en Cannes. Admito que afrontaba su visionado con escepticismo: no sólo porque ninguna de las obras anteriores de este director me hubiera gustado, sino también por su temática gay, que -Dios me perdone- me atraía poco o nada. No obstante, el completista que hay en mí se puso ante el proyector, para comprobar si el film merecía, a mi juicio, los elogios que cosechó en su día. Los protagonistas son, como apuntaba, dos hombres chinos de orientación gay que se moverán en un entorno extremadamente original: nada menos que Argentina, a donde han viajado en plan aventura. La película comienza en blanco y negro, describiendo mediante la voz en off de uno de los protagonistas la relación que ambos mantienen, más bien destructiva (como suele ocurrir en las obras de este director). La historia seguirá la evolución de la pareja en los siguientes meses.

Nos encontramos nuevamente ante un guión muy delgado, con poquísimos elementos argumentales: básicamente la pareja hace una excursión a Iguazú, se pelea, se reconcilia a debido a un accidente sufrido por uno de ellos, se vuelve a separar… Uno de los dos hombres es dominante y agresivo, y el otro afectuoso y tranquilo, provocando una lógica tensión entre ambos. Su interacción es muy pobre, y no les vemos tener conversaciones significativas ni hacer apenas cosas juntos (aunque al menos sus nombres son mencionados regularmente, un avance sobre obras anteriores de este autor). Lo que presenciamos principalmente es el abuso psicológico del agresivo sobre el tranquilo, que se mitiga cuando el primero queda herido y casi desvalido, lo cual equilibra en cierta forma la relación, y motiva el «happy together» del título. Claro que es una felicidad más que relativa, porque la dinámica de la pareja no deja nunca de ser tormentosa. Ciertamente no parecen gente feliz, ni con un rumbo definido en la vida. Por si tenéis curiosidad, el contenido sexual es bajo: sólo hay una escena de ese tipo nada más empezar, como para quitarse el asunto de enmedio y seguir con la trama.

Una vez más, el punto fuerte del metraje (tengo que dejar de usar estas figuras de la época del celuloide) es la fotografía de Christopher Doyle (tanto en color como en b/n), que retrata el Buenos Aires nocturno con la misma maestría que la que este artista plasmó antes Hong Kong. Incluso el cuchitril infecto donde vive la pareja tiene un aspecto atractivo gracias al hábil uso de los contrastes cromáticos y del saturado del color . Por cierto que resulta muy curioso, sobre todo para un espectador de cultura hispana, ver a estos dos chinos moverse por Argentina, convertidos en dos auténticos alienados culturales. La película falla en tres patas principales: el argumento (casi nulo), las interacciones entre personajes (lo mismo) y el ritmo cinematográfico, tremendamente premioso.  Hay una subtrama con un tercer personaje que apenas aporta nada, y la hora y 36 minutos se hacen decididamente largos.

Tony Leung vuelve a ser el protagonista, y curiosamente Wong Kar Wai le engañó, no contándole desde el princopio que su personaje era gay, debiendo trabajar para convencerle de interpretarlo. Su contrapartida es Leslie Cheung, otro habitual del director, quien curiosamente sí era homosexual. Ambos actores hacen un trabajo muy correcto. Apuntar que la última colaboración entre Wong y Cheung, quien se quitó la vida en el año 2003, victima de una depresión. En fin, a estas alturas tengo más que claro que detesto el estilo de este director, y me parece mucho más aprovechable el trabajo de su cinematógrafo. Sé que Wong ha firmado muchos cortos televisivos, y voy a hacer un esfuerzo por verlos, porque creo que unas píldoras de 10 minutos fotografiadas por Doyle pueden ser mucho más interesantes que estos plomizos largos. Para cerrar el capítulo del amigo Wong ya sólo me falta por ver su supuesta obra magna, In the mood for love (pues 2046 ya la vi en el cine en su día). Os tendré informados.
.

Deja una respuesta