Ad Astra: Diferente e incomprendida


En una sala insonorizada nadie puede oír tus reflexiones.

Título original: Ad Astra – EEUU, 2019 – Dir: James Gray

Brad Pitt interpreta un astronauta hijo de otro as del espacio, considerado un héroe casi mítico y perdido hace años en una misión consagrada a la búsqueda de inteligencia extraterrestre. Una emergencia que amenaza el futuro de la Tierra obliga a Brad a ir en busca de su padre, en una operación rodeada de secretos.

La película ha tenido en general una mala recepción por su tono introspectivo, taciturno y pausado. Imagino que la mayoría de sus detractores la llamarán también «lenta», pero me parece interesante establecer una distinción entra una narración pausada y otra que se hace lenta en el sentido de no avanzar (con el consiguiente aburrimiento). Ad Astra pertenece claramente a la primera categoría, y si la analizamos secuencia por secuencia apenas encontramos pausas obvias; en todo momento ocurre algo y cada escena tiene su función. Entiendo que cuando esa escena consiste en un monólogo del protagonista pasando su evaluación psicológica frente a un ordenador alguna gente se aburra, pero esto es diferente a otros films donde podemos señalar con precisión los momentos que no sirven ningún propósito o que alargan el plano sin objeto alguno (vienen a la mente ejemplos como la «Solaris» rusa o «Zodiac».)

Hablando de los monólogos de Pitt, nos encontramos ante un personaje interesantísimo, muy singular en el actual cine de masas. Se nos presenta como una persona distante, con verdaderas dificultades para sentirse a gusto entre sus semejantes, pero con la virtud de una brutal honestidad consigo mismo (si bien no con los demás). La forma en que reconoce sus carencias y conflictos puede poner al espectador ante las suyas propias, inspirándolo para realizar a su vez este sano ejercicio de autoanálisis. Todo el concepto de la evaluación psicológica automatizada resulta también muy interesante, con esos algoritmos capaces de detectar emociones en las manifestaciones externas más sutiles, y que ya prácticamente existen en nuestra realidad.

Aunque el presupuesto fue de unos 100 millones de $, se trata de un film con tono e intenciones casi de cine independiente. No obstante, tiene un componente secundario de acción-intriga bastante bien resuelto. Con todo, el género se siempre se ha prestado a la reflexión existencial, y es fácil apreciar los paralelismos con «Gravity», «2001», «Moon» o «Arrival».

Muy logrado también el personaje-concepto del padre, una presencia más bien fantasmal (la presencia real de Tommy Lee Jones en el film es en torno a los diez minutos). Un hombre consumido por la obsesión del conocimiento trascendente, por la misión por encima de todo. A medida que el personaje de Pitt se aleja del sol y se acerca a su padre, va reencontrando la empatía con el resto de humanos, dándose cuenta de que no puede convertirse en lo mismo que su progenitor, al que no obstante sigue guardando devoción. El líder obseso y megalómano no es desde luego una figura original en el cine, y a poco que el espectador se fije reconocerá otro paralelismo muy claro film con Apocalypse Now durante todo el film.

¿Qué me funciona menos de la película? Podría haber tenido más esplendor visual. Aunque la base-centro comercial de la luna es todo un hallazgo, el diseño de producción podría haber ido más allá, por ejemplo en la sala de relajación y en los interiores de las bases y naves. La fotografía granulosa (que seguramente se usa para resaltar el tono «indi») no hace favores en ese aspecto. La paleta de colores es intencionalmente melancólica, pero ese recurso encaja muy bien con la historia.

Se agradecería también más versimilitud en los efectos, sobre todo durante la escena de los rovers lunares, con esas sonoras explosiones en un entorno sin atmósfera. Creo que el público actual habría aceptado perfectamente que no hubiera sonido en esos momentos, algo que se podría haber intercalado perfectamente con transmisiones de radio, latidos de corazón, etc. (curioso que quizá el mejor momento de la película sea uno en el que hay silencio casi absoluto, desafiando la disipada atención de las salas cinematográficas modernas). Marte se presenta con la laxitud habitual: aunque son ya muchas las películas que transcurren en este planeta, nunca se reconoce su baja gravedad (un tercio de la de la Tierra) ni el frío extremo de su superficie (-60 grados celsius de media).

En fin, la película ha funcionado horriblemente en taquilla, recaudando sólo unos 30 millones en USA (la misma cifra que Rambo). Está claro que cuando la gente va a ver a «Brad Pitt en el espacio» espera algo parecido a «Interpastelar», película mucho menos interesante e infinitamente mentirosa desde su propia concepción (intentando legitimar mediante la asesoría de un Nobel de física conceptos de ciencia ficción pura y dura). Ad Astra es un excelente film, con meritorias reflexiones sobre nuestro lugar en el universo y la relación con nuestros semejantes, exigiendo solamente al espectador un mínimo de paciencia y olvidar las preconcepciones que pueda tener antes de verla. Recomendada.
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